Después de un mes sin entradas en el blog, hoy os traigo un post sobre un evento en el que he participado y que se hace en noviembre. Se llama Nanowrimo y seguramente os sonará. El Nano (como se le suele llamar) trata de escribir 50.000 palabras en un mes. Si lo consigues y lo validas en la página del Nanowrimo, te concederán un diploma de ganador por el mérito conseguido y si no es así, habrá que esperar al próximo año para ser ganador.
Yo he participado este año por primera vez (sin mucho éxito la verdad) y con este artículo quiero hablaros de la experiencia que ha sido para mí y cómo he podido compartir este mes de escritura con gente que ama la palabra escrita de una forma que nunca había visto.
Reflexionando sobre estos 30 días, te das cuenta de que el Nanowrimo es algo más que escribir palabras sin ton, ni son. También se trata de darte la oportunidad de conocerte como escritor, saber cuales son tus puntos fuertes y tus puntos debiles a la hora de escribir. Por ejemplo, mientras escribia me daba cuenta de lo difícil que se me hace redactar diálogos y sentir que estoy describiendo bien a los personajes a través de su habla. Pero a la vez, notaba que se me daba bien inventar al paso y que me quedará más o menos coherente.
Asimismo, es divertido, a la vez que angustiante, tener a tu «yo editor» todo el rato susurrandote a la oreja y tener que seguir escribiendo mientras lo apartas con un manotazo imaginario de tu cabeza. Es impresionante lo que nuestra autocrítica y nuestros miedos hacen para pararnos a la hora de escribir. Habiendo vivido esta situación, no me parece tan triste saber que muchas veces no acabamos nuestras historias al tener una losa tan grande en nuestras espaldas.
En mi caso, también me ha servido para conocer mi capacidad de compromiso. Os seré sincera si os digo que no duré más de una semana antes de que empezase a dejarlo, a dejarlo y a dejarlos hasta que llego la fecha. Realmente admiro a aquellas personas que se ponen día tras día a escribir porque yo simplemente no puedo. No sé a que se deberá esto y tampoco quiero buscar excusas, pero está bien saber hasta donde llega tu compromiso para replantearte muchas cosas.
Además de para escribir, el Nano también sirve para compartir conocimiento y conocer a personas para los que la escritura y la literatura es una pasión. A través del grupo de Facebook del Nano he sabido de personas dignas de admirar, que buscan recobecos en su ajetreada vida para poder escribir. También he conocido a gente que vive para escribir, como si fuese su oxigeno y no pudiesen parar.
Es reconfortante estar con gente que está pasando por tu misma situación y saber que no eres la única que se vuelve loca, llena de autocríticas y dudas mientras escribes. Es un grupo lleno de compañerismo donde ningún mensaje se queda sin un comentario y donde te ayudarán en la medida que puedan. Incluso gente tan tímida yo, se siente cómoda hablando y opinando, sabiendo que no hay nadie que te intente pisotear la opinión que estás dando sobre un tema.
En conclusión, si en estos años no te has atrevido a participar en el Nanowrimo, te recomiendo muchísimo que lo hagas el próximo año, o el siguiente, o el siguiente a ese. Creo que es una experiencia que todo el mundo tendría que tener porque ganes o pierdas, escribas mucho o poco, te llevarás unas experiencias que quizás de otra forma no tendrías. Futuros Nanos primerizos, no tengáis miedo a perder, simplemente disfrutar del viaje.
Por último, felicitar a los ganadores del Nanowrimo 2015, sois un ejemplo de perseverancia y compromiso.