La soledad
Recibió a la soledad con los brazos abiertos y una sonrisa en la cara. Era un sentimiento frío por fuera, pero dentro de su cuerpo era cálida. La aceptó como profesora, sabiendo que sería dura y cruel, a la vez que justa y sabia. Con ella aprendería quien era de verdad, su esencia por fin le sería revelada, pues la soledad tenía la virtud de quitar los espejismos, las cosas sobrantes y las que no dejan ver más allá de la persona social. Tendría que tener paciencia, tendría que ser valiente y fuerte para superar todas las pruebas que esta le pondría en el camino. Era consciente de aquello y aún con el miedo que suponía descubrir la verdad sobre sí mismo, no quiso desaprovechar la oportunidad de aprendizaje que la soledad le daría.
Empatía animal
Apoya su morro en mi pierna, mojándome el pantalón con sus babas. Me mira con esa carita de cachorro y me doy cuenta de que no hace falta que le diga nada, ya sabe como me siento en ese momento. Echa un suspiro largo, como si él estuviese tan cansado como yo. Mueve su cabeza diciéndome que le rasque y meto mi mano en su pelaje. En ese momento, se relaja y yo con él. Él me trasmite su calma, su amor sin pretensiones. Sentimientos puros, que no se ven intoxicados por el pensamiento humano. El me hace compañía sin preguntas, sin juicios y sin poner en duda mis sentimientos, simplemente se queda ha mi lado hasta que me sereno.
Me han gustado ambos, pero sobre todo el segundo. Ya quiero leer relatos un poco más largos 😉
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